Estoy aquí sentada en mi portón
viendo cómo pasa el tiempo entre las sombras
mientras escucho los ecos de tu solemne voz
que parece lluvia sutil sobre mi alma desnuda.
Estoy sintiendo el atardecer sobre tu rostro,
y es entonces que se me abre la esclusa del sueño,
cuando cientos de semillas sin germinar
indecisas..., se quedaron en mis manos
faltándome entonces la fuerza necesaria
para poder sembrarlas entre las magnolias
de los sentimientos de mis versos.
Quizá perdida y palpitando a toda prisa
navegue en mi sueño
amando el río en el último minuto de la tarde
entre rumores de suspiros y besos
cubriéndose de silencios azules y dolientes
de aquello que quería el corazón,
Me recosté en el lecho de tu rostro
y creo me confundí en la hora del amor,
ya que me lo dijeron tus ojos
y las avecillas que volaban de regreso
Si.., se terminó ese cielo azul
cuando ya es tarde noche,
cuando me alumbraste con tu luz seca
durante esos segundos que dura la ilusión
bajo el resplandor de una luna de abril