El 17 de julio te marchaste
como agua del riachuelo;
silente, tenue.
Recuerdo el último cariño ofrendado,
te brindaste a mis brazos, sin miedo...
Esperabas de mi, los besos y caricias
que llenaba nuestro espacio.
La niña monita,
mi Reyna
una doncella
pero que en verdad
eras la plebeya.
Te fuiste de mis amaneceres
de mis atardeceres
quedando un vacio infinito…
interrogantes perenne
estaréis bien?
comeréis?
Tendréis frio?
te acordareis de mi?
Te lanzaste a la aventura de lo salvaje,
de las copas sin fin,
de las lianas vacilante
y de las hojas refrescantes.
Mi ego palpable dice
TE PERDISTE,
pero... como perderte
en tu esencia, en tu naturaleza;
Más bien me he perdido yo,
me entregue totalmente a tu amor
y ahora no estas corazón.