Te amo, como amé el rocío de tus lágrimas muchas veces, con el mismo amor con el que odio llorar tu distancia.
Te amo, con las mismas manos que nunca sintieron entre ellas, algo tan definitivo y magistral como tu rostro.
Te amo, desde el rincón imposible que pretende un olvido, mientras más te recuerdo.
Te amo, como nunca amé desde que me conocí sin aire en el primer suspiro; ese sólo que ante ti, se escapa todas las veces.
Te amo, y no quiero entenderlo ni quiero cambiarlo, no pienso reprimirlo ni pretendo negarlo; porque aunque me duelas, te amo.