Silenciada la inmortal gaita
y seca la miel de la caña,
injustos cumbia y porro callan
y tanto tú… en albedrío
como yo… en mi descontento,
ya sin maracas, ni tamboras
del buen fandango al más vil juego,
sanguinarios… ¡nos fusilamos!
de la misma tierra aún ¡hermanos!
con tan hambrienta sed de amarnos.
Si amar la patria es suficiente
para erguirnos hoy frente a frente
y al mirarme… ¡feliz te miras!
abriremos en paz la hendija
al viento que juntos nublamos
y de los odios en abstracto…
ya no reptará el mínimo rastro.
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso
Bogotá D. C. Colombia