En este indómito día, te escribo a mano alzada.
Pensando en los temores y las verdades,
olvidandome y dejandome llevar por las palabras.
Ser dichoso de palabras encantadas,
prodigioso en muchas vanalidades.
Esperando terminar y que lo sepas de una vez.
Ser coherente, y musitarte lo que siento,
dejar la renuencia de mi ser,
para así poder ser quien crees.
Dejar en libre albedrío este sentimiento
que me enloquece y me hace perecer,
en los días desolados y tristes.
Se mi luna, mi sol, la paz y la tranquilidad...
Mañana te veré, y talvez callaré... no lo sé...