Alguna vez vi en el centro del ojo un sendero,
la luz implacable de la consciencia se metió en él,
desde allí pensó en conocer los espacios y nunca vio nada,
no captó la luz, ni el candor, tampoco contempló la paz
ni la soñada felicidad advirtió, no entendió la realidad.
No pudo percibir la soledad que de quien muere,
ni el dolor de quien sufre la profana indignidad
tampoco divisar al amor en las cosas, en cada ser.
Una consciencia tan vacía, tan desierta de saber
no puede vivir sin luz; en la oscuridad absoluta
seguramente perecerá, será un estorbo para sí,
el sentido más lucido de la verdad morirá allí,
porque la conciencia no es capaz de captar la esencia
ni la presencia de la más sutil y etérea dignidad,
será una nada en la cual inevitablemente perecerá.
El sendero aquel que el fondo del ojo se fijó
terminará siendo un camino sin mesura ni autenticidad.
CARLOS A. BADARACCO
22/7/12
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