Todavía los árboles aplauden
con sus cientos de brazos
y sus manos de hojas.
Aún perduran glicinas
que sonrientes treparon
y el jazmín envidiado de gallardo perfume.
En la casa hay cariño
y nos sigue sobrando
y con tanta alegría ya baldeamos el patio.
Y nos sobra la vista,
pues de tanto mirarnos,
acortamos distancias de tan solo pensarnos.
Me detengo este día,
este día glorioso,
con un sol que revienta como un rey majestuoso
a tomarme la vida,
sin apuros,
de a sorbos
y a decirte,
mi cielo,
que en tu amor tengo todo.