Sabés que los domingos
tipo cinco
comienza a parpadear la luz de fondo
y siento un ruido raro
ruido y pico
acá en las paredes del estómago.
Sabés que me sucede
y hace un tiempo
las noches se presentan como lanzas
cuchillos agoreros en los ojos
y lágrimas que brotan por la panza.
Me duele estar ahí
como el abuelo
pintado como al óleo
duro y solo
y con el marco tan desvencijado
desde que se murió todo en el bobo.
Le dicen el bajón de los domingos
un tiro de rastrón a los rincones
recuerdos que tal vez por bien paridos
parecen revivir todos los goles.