Una noche cualquiera en nuestra habitación,
después de extenuados quedar,
por disfrutar de nuestro intenso amor,
en mis silencios, rodeado de los
ruidos de la vida nocturna de un verano
excesivamente caluroso, -agobia-
-te contemplo-
se deslizan por tus tersas sienes palpitantes
dos gotas de sudor, que en mi silencio no son tal cosa,
son dos gotas de vida de una bella flor a punto de despertar,
tu respiración se percibe suave como la brisa
que mece el nido de un pajarillo que recién nace,
porque la natura no lo quiere dañar,
imagino tu cuerpo bajo las sábanas
-me lo se de memoria-
…y te veo caminar nuestros caminos,
tus movimientos son pura poesía
a los cuales cualquier compositor con inmenso
placer le compondría una sublime sinfonía,
-en mis silencios-
escucho el trinar de tu alma y
me contagio de tu radiante vida,
en susurros vitales el movimiento de
tus pechos hechos obra de arte,
calman la sed infinita de este sediento incesante,
tu cintura alocada y llena de gracia,
hace que pierda el ritmo de mis silencios,
-he de concentrarme de nuevo en ellos-
me dejo llevar para soñarte con tu risa divina,
esta profana el silencio que necesito
para seguir el camino que llevo para contemplarte,
el satín de tu piel morena refleja la sutileza
del deseo, que llevas en suspiros con tan solo
un pequeño trazo que alcanzo a ver,
-en mis silencios-
puedo percibir la armonía exquisita,
de cada uno de tus sentidos
en un derroche de gracia infinita,
para placer de mis paganos ojos
al contemplar tanta belleza,
respiro tu amor en cada latido de
tu corazón y me pierdo en mis silencios,
-en ellos- es cuando más te amo,
porque al despertar no me dejas contemplarte
por lo intenso de tu amor que me ciega
en cada segundo de mi vida…
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