FELINA

MI PEQUEÑO GORRIÓN

 

Una avecita que extraviada se encontraba,

llegó un día, a posarse en mi ventana,

con las alas partidas y sin nido                                  

y con un plumaje muy descolorido.

 

Con tanta ternura curé sus heridas,

le di mi abrigo, le prodigué cariño

y acunada en mi regazo como un niño,

sentía cuando mi corazón latía.

 

Cada día sintió mi fuerte abrazo,

cada día sintió que le quería,

cada día sintió de mis caricias...

de mis desvelos, de mi compañía.

 

Pero un día cansada del encierro

desplegó sus alas y alzó vuelo.

Mi corazón se nubló de la nostalgia,

la soledad se apoderaba de mi alma...

estuve a punto de perder la calma.

 

Y cierto día cuando el sol salía,

abrí los ventanales de mi estancia,

un dulce trino se escuchaba en la distancia

y al fijar los ojos en la lejanía,

un fuerte viento, a mi gorrión, traía.

Felina