Quise no ver, pero vi tu figura
y un elixir nuevo que te embriagaba.
Allí en tu cáliz bebí la amargura,
traidor veneno que mi alma mataba.
Quise pensar, pero la mente, herida
sin ideas quedó petrificada.
La voz sola, con miedo, sorprendida,
la palabra enlutó y quedó callada.
Quise olvidar, no pude. Sin confianza,
cerrada toda puerta a la esperanza
me encontré en el final de mi camino,
fuiste tú, socio fiel de mi martirio,
la visión falseada en mi delirio
quien dejó muerto en vida mi destino.
Autora;
Amelia Suárez Oquendo
Amediana
24 de julio