Son mis ojos los que admiran
como se calla el silencio
y mis oídos se obligan
a escucharlo por más tiempo.
El está mudo y callado
y no pronuncia palabras,
pero me escribe vocablos
en las paredes del alma.
Esta tarde yo lo busco
y lo encuentro junto al río,
asentado entre los juncos,
escondido entre los lirios.
Está cantando un poema,
que rápido identifico,
pues lleva impresas mis huellas
con esos sellos tan mágicos
donde el amor es la estrella
en versos específicos.
Dulce silencio, que alegras
las tardes que me acompañas,
compartiendo mis poemas
en jornadas solitarias.
Dile que yo soy feliz,
a través de las montañas,
y dile que estoy allí
y que mi corazón la extraña...
(RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS DE AUTOR)