Maldita metafísica, me fallas cuando menos quiero.
Porque sin querer ruego, pienso, muero, pero sigo ileso.
Pierdo el control de mis actos y repentina de risa clavada
que antes solloza con cariño, ahora es burla y bofetada.
Esclavizado a la mandíbula rota escribo cada noche sin reconciliarme con mi sombra.