Una Sabia Anciana, hizo estos comentarios, los cuales me dejaron pensando: Si estos conceptos fuesen incluidos en los programas educacionales contribuirían a atenuar la violencia y mejorar la tan disminuida educación que poseemos. Nicolas Ferreira
Que como si no fueramos a morir, vivimos,
morimos, como si no hubieramos vivido.
Perdemos la salud, por tener dinero,
más luego perdemos el dinero,
para recuperar la salud.
Sorprendente de los hombres,
olvidamos de ser niños
apurados por crecer,
y mas tarde suspiramos,
por ser niños otra vez.
Amar y querer, no son sinónimos,
amar y querer, son antónimos,
el querer, lo exije todo,
el amor, lo entrega todo.
Dos personas pueden ver lo mismo,
más lo ven, totalmente diferente.
Desidamos ser felices,
con lo que somos y tenemos,
o morir de envidia y celo,
por lo que nos falta y carecemos.
Felicidad no es cuestón de suerte,
sino producto de nuestras desiciones.
Que la verdadera felicidad,
no es lograr nuestra meta,
suficiente debe ser,
lo por esfuerzo alcansado.
De lo que sembramos, cosechamos, si sembramos chismes, cosecharemos intrigas, si sembramos amor, cosecharemos felicidad. Aprendamos a ser dueño de lo que callamos,
y ser esclavos de lo que decimos. No siempre es suficiente, ser perdonado por otros, algunas veces se debe, perdonar a si mismo. Los amigos de verdad, son escasos, quien a encontrado uno, encontró un verdadero tesoro. Que el dinero lo compra todo, menos la felicidad. Hay gente que nos quiere mucho, simplemente no sabe demostrarlo. Aprender a perdonar, se aprende practicando. Bastan pocos segundos, para herir profundo a quienes amamos. y que tardan años en ser sanados. Controlar nuestras actitudes, o nuestras actitudes nos controlarán. No es mas rico quién más tiene, sino el que menos necesita. No es bueno compararnos con los demás, siempre hay alguién, mejor o peor. Lo mas valioso no es lo que tenemos en nuetra vida, sino a quién tenemos. Inculcar valores a nuestro hijos, es la mejor herencia, uno de esos valores es saber, que lleva años construir la confianza, y solo segundos para destruirla.
Madre Teresa de Calcuta