Tenía ganas de soñar,
de escribir sin cesar.
De hacer nuesta la primavera
y no perdernos en el ocaso del ponto.
Que a cada alba nuestra
juntos en nuestro lar,
sintamos el febo ardientes
en nuestra vega estancia.
Sin estar holgando,
pues mis abracijos y ósculos
no tendrán fin
ni serán puerilidad.
Que a cada mañana
hablemos con las caricias y las miradas...
Que antes del murmullo
se acaricien nuestros labios.
Todo hubiese sucedido
si tan solo no hubiese entronado.
Mas todo sucedió en mi ausencia
en esos largos días traidores
que no apiadan la lejanía.
Quizá sea esta mi agridulce ventura.
Si ya me pasó una vez
ahora bien son dos...
tengo temor..., temor de encontrar a la tercera,
y mientras tanto me voy ahogando
por creer que el limón era dulce,
por enmadrarme en ti.
Este limón que me hiso probar
una vez más la verdad de su sabor...
en esta segunda y como la primera
ocasión, sin querer ni saber de ella.
¿Hasta cuándome has de hacer
probar tu jugo limonera?
Es que acaso piensas vivir de ella
y hacerme beber de ti sin complacencia.