Yo solo quería besarte,
ni siquiera recordarte después,
y por eso ni tu nombre pregunte.
Pero ese beso se me ha clavado
como estaca en la memoria
y desde ese día tu sonrisa
es el ancla de mi libertad.
Tu pelo ni siquiera
es color cenizo
y eso me hizo
interesarme mas,
y tus ojos no son tan claros
como parecían
y con tal de asegurarme
me quede a ver para descubrir
su color real
y me perdí
en ellos y en ti.
Y ahora pienso como piensa
el ciego en ver el sol,
y ando como el caballo de noria
hacia tu dirección
y no sé si corresponderás
a lo que estoy sintiendo,
conflictuándome entre huir
o seguir resistiendo,
mientras sigo bebiendo
del néctar de esos besos,
tan suaves, tan lentos,
que me torno indefensa a su efectos.
No sé qué decir
cuando estas a mi frente.
Y no puedo describir
lo que en mi provocas,
una revolución es cosa poca
con el cambalache que hay en mi corazón.