Ven conmigo
No estoy amarrado al tiempo ni a las cosas,
hoy mis ojos tienen veinte
y mañana mi piel cumple mil años.
Amo sobretodo la voz de los silencios,
los dulces rostros que hallé detrás de las palabras,
por ellos sí, mi vida doy y no me importa,
son los tiempos que corren los más duros,
llenos de temor, faltos de fe, puros en nada,
del mamut al matón, del big bang al bang bang
y nadie llora ya los sueños del caído.
A ratos me pregunto quién existe,
quién más allá del pan, del sudor y la lágrima,
del semen y el orgasmo, de la cuna y el nicho,
va dejando en su estela pistas del futuro,
va horadando algo más que el aire vano en su embestida.
Quizá tan sólo es todo este todo:
nacer, andar, hablar baboso con las nubes
y crecer y procrear y un día hundir las naves,
sin que ningún rastro quede del pacto con la vida.
Yo así crecí, de bisabuelo oscuro,
de abuelo maltratado por sus manos y la tierra,
de padres somnolientos, perdidos en la aurora,
y también soy padre, azul y adormecido,
dueño de un fruto que extiende ya sus alas,
parte de un vuelo que supera mi horizonte.
Vengo a buscar, dice mi espejo,
mi ceño dice, ven conmigo,
y mis manos te abrazan, hermano, compañero,
desconocido gris que en ti guardas el reino.
Sin duda tanto sabes como yo de la jornada,
amanezcamos juntos hasta que el sol por fin aprenda.
22 07 12