Hasta el lugar más recóndito del alma, bálsamo es Dios.
Una mirada de amor, una palabra de esperanza y el beso de quien te quiere, revive el corazón.
Que el infortunio de la incertidumbre no dura –gracias a Dios- con amor. Nos dura el amor cuando sentimos el calor de ese sol que madruga en nuestro corazón, y el canto de la alegría cuando se cura con perdón.