Que podre hacer ahora,
que te escondes en tus silencios.
Que te ocultas a mis ojos,
a mis manos, a mis besos.
Te escurres entre mis dedos
cual espuma de una ola,
y a mi vida la dejas sola
en la inmensidad del mar.
La tristeza de tus ojos
llevo guardada en mi alma
y el temblor de tus labios rojos
me hacen perder la calma.
La calma, la dicha, el sueño,…todo!
Todo lo llevo perdido al atarme a tus ojeras,
al atarme a tu vientre, a tus uñas, a tu llanto,
a los detalles de tu piel.
Y es que amándote ya tanto,
no puedo seguir así.
Tu risa, risa de enero
me detiene al ya marcharme,
y tus invisibles besos no me dejan respirar.
Por los lunares de tu cara sé
estas enamorada.
El temblor que vi en tus manos
me lo vino a constatar.
Hoy, tal vez no me busques, no me llames,
no me quieras ya mirar.
El temor que me acompaña
es que tú vivas creyendo
que al entregarte a mis brazos,
a mi alma, a mis sueños,
pierdas así tu tan precaria libertad.
© Armando Cano.