Me gusta verte dormida,
así pequeña, casi indefensa
con tus labios relajados,
en una imagen traviesa.
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Cincelada tu figura del claro oscuro al sepia
en el musgo de tu pubis,
donde se bifurca el mundo y comienza la odisea,
de mi materia inflamada que se apaga cual pavesa.
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Casi no puedo creer que parezcas una niña,
si me recreo en la hembra,
montada en brioso corcel que se debate en pelea
Tu cuello en arco entregado a la flecha de mi lengua
y los ojos dos ranuras, pura flama de la hoguera.
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Casi una diosa pagana, irreverente, soberbia,
transgresora y sensual, tan mística y tan pequeña.
Sutil aroma de inocente niña, almizcle de encendida hembra,
afrodisíaco sin igual que los sentidos despierta