-Ya no sos el mismo- Fueron sus últimas palabras. Hasta ese momento no comprendí el significado de esa frase que asedió mi mente con intensidad.
Sin darme cuenta me encontré frente al espejo de mi habitación, abrí bien los ojos, los refregué unos segundos y los volví a abrir ya sin pestañear. Pero no me vi reflejado. Ese no era mi rostro, estaba bien seguro. Cerré con fuerza los ojos nuevamente y los abrí de golpe. Súbitamente la imagen del espejo reflejó mi figura habitual.
Miré bien, ese era mi rostro, pero ya no pude verme. Ese, no era yo.