En la alcoba soplaron tus labios,
un te amo callado/ una insinuación
débil, fuero tus manos, que exigían
mis besos cálidos, cual lava de pasión.
Una suave brisa derramada, de tu piel
exhausta, por el andar incesante de las
miradas lúgubres, que se cuelan por hendijas,
de tu ansioso ser, liberando del amor las riendas.
Me acerque lentamente, tu temblabas/
en mis brazos te desvanecías, suave,
delicada/ tus pupilas te delataban, no había
manera alguna/ de que la prisión te escaparas.
Eras real; ya no solo te imaginaba/
me sumergí en ti, deslizando mis labios/
en tus mejillas límpidas, tersas/ cual pétalos
de tierna rosa, mojada por el fresco roció.
Pasaron las horas, teniendo por testigo/
la luna llena, que nos cobijo por la ventana/
hasta la liberación de nuestras almas, en rayos solares
despertando, los dos en un solo cuerpo…