De todo lo que amé, quedó solo un mal recuerdo,
de aquello que anhelé, un adiós y un hasta luego.
y aquella construcción, de amor fiel y sol perpetuo,
un reproche encontré y un vacío en el consuelo.
Saborear la soledad, ¡qué dolor me ha provocado!,
y en mi llanto acongojado, no quedaron ni los rastros,
de quien antes, en las buenas, me llamaba y era fiel,
ni de amigos, ni de amores, nadie vino, nadie fue.
La penumbra me ha encerrado, en un túnel sin salida,
y he perdido cada rastro, del amor que me envolvía,
encontrándome en los hechos, sin un ser que sea mi guía,
y rogándole migajas, de cariño a la deriva...