Mejor están ahí, frente a mí
Y los pueda ver cada día,
Sueños míos, los de dolor, y de placer
Los primeros oprimen el alma,
Arrancan lágrimas en lo secreto,
Rebeldía en lo más profundo,
Reproche castigador perpetuo
Los segundos, regocijo del espíritu
Realidad inverosímil para la mente descreída
Tan fácil es renunciar a ellos
Atizada por la duda, el cinismo.
Son la mala y la buena hierba
Coexisten, consumen energía vital
Son parte de mi claroscuro
Sin los unos, los otros morirían
Me gozo al verlos, allí delante de mi
En mi valle más hondo, sé que puedo salir
Certeza de una realidad plena,
Mi más preciado tesoro