El estómago y el diente,
salieron a pasear un día;
tras una discusión ardiente,
su amistad se deshacía.
"¡No comeré dijo el diente,
al estómago enojado;
sin mi actividad moliente,
tu durar está contado!".
Y del dicho se fue al hecho,
el diente ya no molió;
mas fue el corazón del pecho
el primero que murió.
El diente en su egoismo,
nunca quiso pedonar;
pero se daño a si mismo,
al dejar de masticar.
Autor:Bernardo Arzate