abdias_ezequiel
el ángel del hohar
EL ÁNGEL DE MI HOGAR…
Una madre me dio el cielo; y cuando pequeño fui mi cuna no tuvo ángel… estaba mi madre allí. Todavía vibra n mi oído su dulce voz, esos ojos tan bellos y esa tierna cabellera blanca. Esa dichosa sonrisa, tan profundo su embelezo, tan tiernamente inefable sobre mis ojos su beso. Qué feliz, no sentía que dejaba al despertar a los ángeles del sueño por el ángel de mi hogar. Y así pasaron de m inocencia las horas, cual pasaría bajo el cielo una procesión de auroras. Hasta que llega el momento de separarse, y al hijo la madre pone al amparo de Dios. Siempre queda sola la madre, sola en el hogar; donde el eco del nombre de su hijo se escucha sollozar. Esos ojos queridos que se miran en los ojos del hijo, con lágrimas se dormían, con lágrimas se despertaban. Lágrimas que deberíamos secar de rodillas nosotros. Lágrimas que no merecemos. Que ingratos al buscar la dicha lejos de ti… perdón madre de mi vida tu sabes como te extraño. Vuelve que dulce llanto, aunque solo en sueños te veo ya. Eres la esperanza de mis sueños… …ahora eres el sueño que anhelo cada noche. Juventud locos placeres, ilusiones efímeras, ¿Vales una gota de los ojos maternales? Santa madre ídolo mío, mi culto, mi fe. En pago de mis errores, en pago de mis agravios; bendiciones y consuelos solo me dieron tus labios. Y desde entonces mi madre, tú lo sabes… un altar levante dentro de mi alma para el ángel de mi hogar. Ella fue mi cariño, mi orgullo, mi fe, mi amor; porque la tuve y tengo a mi madre creo en tu bendición señor. Hermano tu en la inocencia no comprendes todavía lo que es esa providencia que llamamos madre mía; y pues el cielo te ha dado una tan buena y tan bella, cuanto amor hay encerrado en tu alma dáselo a ella, ese ángel que en tus sueños ves que se inclina a besarte, es ella que de tus sueños las horas viene a robarte. Que para amor como el suyo es una vida bien poca. Y por cada beso tuyo otra te diera su boca. Ámala, no por el cielo, ámala no por deber, si no por que ella es consuelo y santo placer. Y en el alma desde niño, levanta el místico altar de un infinito cariño para el ángel del hogar. Ámala en vida, aunque ya no este, seguirá siendo el Ángel de mi Hogar. TE EXTRAÑO ABUELITA.
Y a ti madre mía. ¿Qué fuese yo sin ti? ¿Dónde encontrara mi triste vida cariñoso abrigo? ¿Quién con mis breves júbilos gozara? ¿Quién me buscara para sufrir conmigo? ¿Quién me diera valor? ¿Quién me alentara en esta lucha eterna contra la suerte? ¿Quién? Si no la evangélica madre a quien llamó Jesús “ La Mujer Fuerte ” ¿en donde viera yo sin tu presencia, el ángel cariñoso de mi guarda? Madre tu eres la fe. Cuando en el templo mujer de los dolores, solitaria levantas tu plegaria; es el querubín quien recoge tus lágrimas y sube con ellas al eterno tu oración. y es ella tu oración, tu fe sublime, tu fe de madre que el señor bendijo, la que bañada en lágrimas redime y purifica el corazón de tu hijo. Tú eres piedad y dulce fortaleza: como el ángel que el polvo sostenía, tu levantas del suelo mi ser y me sostienes madre mía. Cuando apuro en mis horas de tristeza mi desbordado cáliz de agonía, tu eres madre la copa de consuelo con que la fibra del pesar se calma. Y brillas como el iris en el cielo, madre tú eres amor, amor bendito, amor siempre inmortal, amor sin nombre; el único en que encuentra un infinito el insaciable corazón del hombre.
Mi ser, mi amor, mi adoración, mi vida. Madre imagen de Dios, ¡Bendita seas!
TE AMO MADRE MÍA.
Abdías Ezequiel Díaz Sequeira.