De tanto levitar tu memoria en la brisa
que prisionera aún me lleva en su paso…
de tanto borrar de tus huellas la prisa
que a mi vida ya ultimó su remanso…
de tanto fuego desmayado en cenizas
que por mi piel tatuaron tus pájaros…
de tanto acariciar las flores amarillas
dejadas a rocío imaginario de mis labios…
pendo de un cielo que más parece infierno
intentado saborear de tu adiós, su misterio.
Bajo el ámbar que toda noche imprime
aunque vendaval de mi sangre te alucine,
tu viento ya no dialoga con mis palabras
ajustó vil, mi vida enroscada a las sábanas
como reptil riachuelo a la inerme montaña.
Del húmedo purpúreo hendido en la pared,
desprendo todo beso que inevitable amé
y de la hoja que impaciente golpea la ventana,
el inválido afán por exiliar las penas del alma.
De nada vale sentarse al umbral de la casa,
pretender que un aullido que viene de lejos
no es el hambriento alarido de un perro…
sino tu aroma inimitable que ruge sin miedo.
O… que la lava del tiempo que a tu ave dio vuelo
enganchó a mí la soga, por si de ti… me pierdo.
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso
Bogotá D. C. Colombia