Invítame a explorar de tu ser sus montañas,
a conocer sus valles, sus ríos, tus suspiros
y que en tus ojos vea dos soles por la mañana
para que mi corazón palpite con tus latidos.
Incítame a forjar mi mundo en tus praderas,
ararte de caricias la corteza hasta llegar al camino
para descubrir en tu jardín la flor verdadera
que adorne mi senda con pétalos y zafiros.
Inspírame a volar el placer con tus alondras,
a recorrer tu relieve, aletear en lo divino,
reposar en tu vientre, en tus bosques y llanuras
y que las hojas de tus labios mueran en los míos.
Enséñame a sembrar el amor en tus eras,
a cultivar mi existir en la huerta de tu destino,
a besar el sabor de tus tiernas cerezas
frutos erectos que engalanan el desvarío.
Provócame a sumergirme en tus entrañas,
a amarte de una y mil maneras sin sentido,
plantar mi semilla en tus fértiles tierras
agricultor de amor cosechando gemidos…