Te siento mía y sin decirme más nada
besas mis labios con dulzura
y me insinúas tantas veces con tu mirada
asegurando una noche de locura.
De pronto, tus besos son más intensos
y cuanto más los sienta, me devoran
provocando que me quede indefenso
ante tanta proposición tentadora.
Es entonces, cuando llevo mis manos
a tus caderas acariciándolas despacio
hasta sentirme de tu cuerpo el soberano
que hará de todo tu ser, su espacio.
Parece que nos estamos entendiendo
ya que empiezas a desnudarte
y yo que no me resisto, estoy siendo
un esclavo que ha caído por amarte.
Empiezo a besarte y ya escucho tus gemidos
y cada palabra que me excita a seguir
quedándome por completo sumergido
en tus ganas tan sedientas por sentir.
Y nos entregamos en un mar de deseo
haciendo que este placer sea constante
al instante que invado tus partes y lo poseo
escuchando tus gemidos delirantes.
Más lujuria y más derroche de pasión
entregado con el único fin de sentirnos
y así nos haya vencido la atracción
es amor del cual no podemos arrepentirnos…
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Fecha 03-agosto-2012