No sucede
la lluvia detenida en el alma encarcelada
si no llegas.
La gota de alivio en la punta de la sed no reverbera
no se cristaliza el sueño
ni se despierta tu visión desnuda.
No acaece el origen azul de la ternura
debatida en la almohada ni se funda
la lucha de los suspiros hondos en las palmas convexas.
No combina el horario de la luz
con los relojes quietos
si no vienes con faroles
encendidos en los ojos de las campanillas.
Está en blanco el papel de la vida que espera
que respira todavía
y subordina
en banderas de viento la bocanada inquieta
de estos túneles de viento que no van
y - lo que es peor todavía - que no vienen.