Gracias por la rosa fresca y lozana
que tarde a tarde depositas en mis nostalgias
logrando así que mis silencios
se pueblen de palabras de aliento
Con las que salgo del pozo de mis soledades.
Gracias por apacentar mis angustias
Aún faltándote a ti alegrías, me las propones
Con gotitas de esperanza de fe y de cariño.
Gracias por ser la mano que me ha sostenido
estando al borde del abismo de mis desasosiegos.
Te debo y nunca podré retribuirte
haber sido la luz
en momentos que sobre mis pensamientos
se cernía la noche y sus terribles sombras.
Nunca pensé que podías llegar a ser tan amiga
tan compañera y tan fuerte
que vence mis fragilidades de mujer entristecida.
Razones hay muchas para decirte ¡Gracias!