"De la nada escribo este poema,/ de una realidad que se me escapa,/ de un planeta fuera del sistema,/ de un país que no está en el mapa".
El de la Iglesia que sus propios pecados tapa,
el del hombre en pro de la Tierra,
el del verdadero sentido de justicia del Papa,
el de la paz que prevalece sobre la guerra.
El del padre que de su hijo no se ocupa,
el del pueblo al que somete un gobernante,
el de aquel que con malos amigos se agrupa,
el de la conciencia de un farsante.
El del político que a sabiendas nos asalta,
el del que a su mujer maltrata,
el del sentido humanitario que a veces nos falta,
el de la libertad que se nos arrebata.
El del dictador que nos reprime,
el del que dice que ama y no lo siente,
el de nuestra conciencia que no nos exime,
el del corazón que jamás miente.
El del juez que por ningún precio se vende,
el del que mata sin conmoverse,
el del que su mano jamás tiende,
el del que de su verdad, no puede esconderse.
Son despertares que espero ver
si aún estoy vivo y tengo esa suerte,
o esperar por ver qué va a suceder
cuando sea Dios el que despierte.