Yo. Así de simple, ya pueden señalarme. Si querían solo saber eso, ya pueden dejar de leer, no quise someterlos a la acostumbrada espera en que las novelas de misterio y de terror nos someten a diario y nos obligan a leer hasta los últimos capítulos, y a veces hasta las últimas páginas para saber quien cometió el hecho punible.
Sólo les pido que no se asusten ni se escandalicen, yo admití desde el comienzo mi culpabilidad para romper un paradigma y evitar que sigan leyendo si ya perdieron el interés en hacerlo, porque ya se enteraron de quien fue el culpable.
Yo soy el culpable, sufrí mucho con él, y por él, por eso supe que había que tomar una decisión y lo hice. Le di muerte pensando muy bien en las consecuencias que eso acarreaba para mí.
Tener un sueño tal vez sea fácil, pero alimentarlo y luchar incansablemente para realizarlo tal vez no lo sea, y mucho menos armarse de resignación para aceptar que ya no será posible realizarlo y en consecuencia debe renunciarse a él.
Es allí donde debemos matarlo ante la imposibilidad de poder hacer ese sueño realidad… Matarlo antes de que él nos mate a nosotros por la angustia y la frustración.
Ya habrá tiempo para forjar otros nuevos sueños, por eso ratifico que yo maté uno de mis sueños y sé que en lugar de ir a la cárcel más bien me he liberado de ella, pues ahora me siento libre de presiones y puedo respirar tranquilo para retomar una nueva vida con nuevos sueños por realizar.
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