Déjame beber del café de tus ojos
y encender un cigarrillo con el rojo de tus labios;
invítame a comer del suave de tus muslos
y después a sumergirme en el río de tus manos.
Voy a perderme en la oscuridad de tu cabello
y a encontrarme al borde de tu pecho extasiado;
quiero entrar en lo más profundo de tus anhelos
y terminar del néctar de tu cuerpo empapado.
Inyéctame una dosis de la miel de tu sonrisa
y dibújame a la orilla de tus ojos dilatados;
marca mi alma con un tierno beso de cereza,
no dejes ni un espacio sin la huella de tus labios.
Deja que mi piel se derrita como cera,
y si quieres luego mátame... pero quédate a mi lado.