mario mena mena

Fe

Es una palabra que todos decimos y recomendamos

cuando hay angustias y un dolor muy grande

cuando no se tiene fuerzas ni razones

y quedan inútiles todos los recursos

y no hay forma humana que evite que se hunda nuestro frágil bote

en el mar sin fondo de la frustración

Como murmurado, a veces muy bajo,

cerrando la boca, hablando entre dientes

y la inmensa duda enroscada al alma

decimos a otros en la dura prueba: ten fe

Dios todo lo ve, Dios todo lo puede

Pero cuando es uno el que zozobra

entre los dolores y la impotencia frente a la muerte

a la enfermedad o a la estocada de una traición

entonces no salen igual las palabras

ni tampoco consuelan las de los amigos

Entonces ve uno que no es fe lo que tiene

y que tampoco era lo que aconsejaba a otros en pena

descubre que ella brilla ya no como un logro

como algo que tenga arraigado el alma

sino que es semilla que espera nacer al primer contacto de la humildad

de aceptar que somos sus hijos y El es nuestro Padre

El es el Señor, nosotros los siervos

que nada podemos frente a lo imposible

que sólo obedezco y El es el que manda

y no soy yo quien pueda ordenarle lo que debe hacer

ni cuándo ni cómo

Nada más me inclino, nada más me postro

pongo de rodillas toda mi existencia

y quedo en silencio ante su grandeza

le digo que El puede, le digo que El sabe

que nada más creo, que no le cuestiono

que no le pregunto, ni pido razones

de por qué sucede el dolor que tengo

la herida que atraviesa de lado a lado mi alma

los hechos grotescos que ponen cuesta arriba

toda la existencia

y por qué yo mismo soy mi propio freno

para despojarme de esta piel y alcanzar el ángel

Nada más me quedo aquí de rodillas, nada más rogando,

nada más pidiendo

que tu me respondas estos imposibles

en que eres experto.

Puede ser común que entre las costumbres de lo que sabemos

igualemos fe a la incertidumbre

y la utilicemos para rellenar

cuando no tengamos nada que decir

porque no entendemos qué es lo que sucede

ni qué paso sigue o qué rezo hacer

para que ocurra algo milagroso

¿por qué es que no puedo yo mover los montes?

¿porque es que mi fe ni siquiera alcanza para parecerse al grano de mostaza?

A la disyuntiva quedan tres opciones:

quedarnos mudos sin alternativa,

abrazar la fe de los incrédulos, que dicen no hay Dios

sólo estamos solos, si acaso somos un bello accidente,

todo ocurre sin explicaciones, vengo de la nada y a la nada vuelvo

en un círculo eterno que nadie comprende,

o escuchar la voz que resuena hace dos milenios

la única Persona con autoridad para hablar del tema

para que nos diga qué es esta palabra que nos acongoja

lo que tu demandas para que tu muestres de qué estamos hablando

cuando decimos Dios, y exclamamos: Padre, nuestro Salvador

Por eso vine hoy a andar estas calles entre tanta gente que a El le sigue

les miro dolientes, enfermos y pobres

cansados, sudados, tristes, polvorientos

Escucho Su voz en medio de gentes

entre polvo y sol de largas jornadas:

En Capernaúm le oigo exclamar con asombro

al ver lo que dice el Centurión Romano:

no soy digno de que entres en mi casa,

pero una palabra tuya bastará para sanarle”

Entonces Jesús le responde al hombre

para que aprendamos los faltos de fe:

...ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande.”

Otros le llevan en una camilla un paralítico ya sin esperanzas

y al ver El la fe de ellos

le dice al enfermo: “levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”

Veo dos ciegos que vienen gritando: “¡ten compasión de nosotros!”

¿creen que puedo sanarlos?” les pregunta El

y como respuesta a su “Sí, Señor” les dice conforme a su fe sea hecho.

Le sigo muy lejos y llego hasta Tiro

donde una mujer natal de la zona

le sale al encuentro gritando angustiada

mi hija sufre, está endemoniada”

se cruzan palabras y da la impresión que El dice no

pero la mujer dice “Sí, Señor” yo entiendo que están primero los hijos

y después si queda toman los perrillos

Entonces su voz resuena en medio de Tiro:

¡Mujer, qué grande es tu fe¡

por haber respondido así, vete tranquila

El demonio ya salió de tu hija”

Voy con el tumulto que hace días le sigue en ruta triunfante a Jerusalén

al día siguiente de nuestra llegada

justo a las afueras donde está Betania

El tuvo hambre y busca en la higuera que tenía sólo hojas

y para enseñarnos que El quiere en nosotros higos y no hojas

sanciona la planta, y le dice “nadie jamás vuelva a comer fruto de ti”

Al día siguiente todos volvimos a pasar por ahí

y les aseguro que con estos ojos vi la higuera completamente seca

y a El explicando que si tienen fe y no dudan “podrán decirle a este monte

¡quítate de aquí y tírate al mar y así se hará”

Marcos me cuenta que al ciego El llamó

y le preguntó ¿qué quieres que haga por ti Bartimeo?

Y cuando el ciego dijo:  Rabí, quiero ver

El le respondió “tu fe te ha sanado”, y al instante recobró la vista

y otra mujer que hace mucho tiempo sufría de flujos

se mete a empellones entre multitudes y llega hasta El y toca su manto

y cuando sana, llena de temor

oye su voz diciendo fraterno

¡Hija no temas, tu fe te ha sanado¡”

Ayer, hoy y siempre en medio del mar agitado

después que lo calma

nos mira a los ojos y nos interroga

igual que esa vez lo hizo a los 12: ¿Es que todavía no tienen fe?

Andando estas rutas de Capernaúm, Galilea, Tiro

y todos los pueblos que El recorrió

en la polvorienta ruta de la duda

percibo que fe es creer sin ver

confiando que El todo lo puede

saber que es mi Dios que se hizo hombre

derrumbar razones, disipar las dudas

Decir “Sí, Señor”, solo espero lo que tu respondas

porque no hay voluntad mejor que la tuya

Como Centurión y la Cananea decirle Sí, Sí creo

tu palabra basta para que se haga el milagro que espero

igual que la enferma que ya gastó todo

creo que si toco tu manto bendito

tú harás la respuesta que yo necesito

y el día que Tú me preguntes que si tengo fe

decir “Sí, Señor", me pierdo en tus manos y en tu voluntad

 y creo que si tu quieres veré lo imposible.