Hugo Emilio Ocanto

Una cachetada a mi esposa

A veces nosotros, los poetas,

nos sentamos delante

del teclado, y nos preguntamos:

\"¿qué esta noche?\"

Es mi caso.

Esta noche...

qué escribir...

Me quedo pensando...

y después...

--Sabés que no dispongo

de tiempo para hacer

tus diligencias.

Tengo que pasar por

el correo y después ir

a trabajar.

-- Bueno, está bien,

dejá nomás que me

las arreglo sola.

--Arreglo sola.

¿Tanto te cuesta hacer

tus propios trámites?

¿También de mañana

tenés que mirar

tus novelas?

--Dejá de hablar pavadas...

Dame paso que ya me

estoy yendo...

-- Adelante, bella donna...

Chau... ¿Y te vás a ir

sin darme un beso

de despedida?

--Te voy a dar un beso

de un hasta luego...

--Hasta luego querida.

(Esposa se va.

Él termina de cambiarse,

y se dirige al teléfono)

-- Hola, sí. Recién

acaba de salir.

Ya sabés dónde encontrarla.

Después hablamos...

(Cuelga y sale)

.......

(Son las siete de la tarde. Habla por teléfono)

--Hola...¿qué novedades tenés?

Lo suponía... Sí, ya sé,

no te preocupés. Mañana

tendrás tu dinero

por la investigación.

Hasta mañana.

Son cosas mías...

No tengo que

estar rindiéndote

cuentas a vós...

No me volvás a preguntar,

entonces. No me las inflés

más de las que las tengo.

Chau.

(Cuelga teléfono)

(Se desviste. Queda en slip.)

--Bueno, bueno...

Así es el asunto.

No sabés lo que

te espera, mi amor...

(Va al baño.se lava

la cara, y se perfuma.)

--Ah, por fin llegaste...

Vós no almorzaste en

casa hoy.

--No querido. Fui a

visitar a Amalia y me

invitó a almorzar con ellos.

--¿Qué comieron?

--Arroz con pollo.

Estaba bárbaro.

¿Y vós que almorzaste hoy?

--Berengena a la pizza.

--¡Qué rica! Me dan ganas

de hacerlas...

-- Hacélas... Pero dejá 

pasar unos días.

--Claro, querido.

Voy a ponerme cómoda.

--Haceme la competencia.

Quedate solamente

en bombachita.

--Ay, ¡qué loco!...

--No, loco no. Te lo

digo de verdad.

Venite así, que yo

te espero. Tengo ganas.

Andá...

(Se sirve un whisky)

--¿Querés tomar algo?

--Sí, lo mismo que vós.

(se sientan los dos)

--Salud querida...

a cuenta de nuestro

polvo...

--¡Guaso!...

--¡Soy guaso!...

Acariciame un poco...

Así... Muy bien...

pero muy bien...

mirá cómo se puso...

--Es hermoso...

--Y la tuya...

¡qué me contás!...

(En un susurro) Entregámela...

..........

--¿Satisfecha?

--Sííí... completamente...

--Esperame un minuto.

(Toma una agenda

y llama)

--Hola...¿Cómo te 

va muñeca?...Me alegro...

¿Qué tal la pasaron hoy?

Te pregunto, nomás...

de curioso que soy...

Bien, bien...Gracias...

Serán dados. Saludos

a Federico. Chau...

(Cuelga. Su esposa

lo mira espantada.)

--¡Le hablaste a Amalia!...

--¿Cuál es el problema?

¿Que me acabo de enterar

de que no estuviste 

en su casa?...

¿De eso te extrañás?...

¡Ramera! (Le da una cachetada)

(Su esposa llora desconsoladamente)

¡Malparida!...

¡Hoy no te quiero

en casa!... ¡Rajá!...

¡Andate!¡Andate!...

¡Dejame solo! ¡Quiero estar solo!

¡Desgraciada!

(Ella llorando se arrodilla

y se abraza a una pierna

de su marido)

(Él levanta su pierna

y ella cae sobre la pared)

Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto-05/08/2012)