Cuando se enluta el alma,
de nostalgia nos cubren las sombras
y una caravana de lágrimas furtivas,
en los rostros afligidos abren surcos,
surcos que llegan hasta el alma,
dejando cicatrices bien marcadas…
Las lágrimas ruedan
a caudales, o cascadas,
para caer en el fondo de la fosa,
en donde está sepultada la alegría.
Las penas, en barricadas,
esperan camufladas,
vigilantes... expectantes,
para morder el dolor tan deprimente,
con los dientes afilados de la muerte.
Felina