--Buen día, querida.
--Buen día.¿Tomás café o té?
--Té. Aparentemente es
una hermosa mañana.
¿Querés salgamos a caminar?
--Bueno, pero después
que prepare algo
del almuerzo.¿Estás de acuerdo?
--Está bien. Como vós ordenés.
--Nunca te ordeno.Te pido.
--¡Qué mala expresión la mía!
--No me ordenés, no me ordenés...
(La besa)
--Mientras voy a afeitarme.
--Andá. Cuando esté lista
te aviso.
--Oka oka...
(Se dirige a afeitarse)
--Anoche me comentaste
que posiblemente
venga tu mamá a
almorzar con nosotros ¿no?
--Sí, pero todavía no me lo confirmó.
--¡Qué bien! Vamos a tener a mi suegra
en nuestra mesa. Me alegro.
--Suena extraño en un yerno
escuchar lo que dijiste,
pero te creo.
--Claro que debés creerme.
Sabés que quiero mucho
a tu madre. No te permitiría
que lo dudaras.
--Estoy segurísima que la querés.
Pero estoy un poco celosa,
porque le hacés más atenciones a ella
que a mí.
--Vós sós mi esposa,
ella es tu madre.
Sé que la amás.
Y todo lo que vós
amés, también yo lo amo.
¿Vós me amás a mí?
-- Sabés que mucho.
--Entonces me amo mucho
porque vós me amás mucho.
(Se ríen los dos)
-- Ya estoy por terminar
de preparar las milanesas.
¿Te gustan?
--Lo que vós hagás sabés que me gusta.
--Soy una privilegiada...
--No es una cargada, ¿no?
--No mi amor.Lo digo
de verdad.Pocos matrimonios se llevan
tan bien como nosotros.
--Eso es verdad.¿Por qué deducís que es?
--Porque te amo.
--También yo te amo.
(Tocan timbre)
--¿Quién será a esta hora?
--Atendé...
--¡Mamá!...¡Qué milagro tan temprano!
--Ay hija... tengo un dolor de espalda
que no doy más... Buen día Horacio...
--Buen día mamá Eli.¿No se siente bien?
--Tengo muy dolorida la espalda.
Saqué un turno para el médico.
¿Vós me podrías acompañar hija?
--Ay mamá, nosotros...
--Nada querida... Podemos salir en otro momento... Tu madre primero.
¿Para qué hora tiene turno?
--Para el mediodía. Como pasé
por acá vine directamente en vez de
hablarte por teléfono.
--Hizo bien Eli.
--¡Qué suerte!¿Me acompañás entonces?
--Sí, mamá, pero falta bastante...
--Mirá, me voy ahora a casa,
y después me pasás a buscar. ¿Puede ser?
--Sí mamá. A las once y cuarto paso a buscarte.
Después que te atienda venís a almorzar con nosotros...¿verdad Horacio?
--Sí querida.
--Bueno, entonces me voy, te espero. Hasta luego Horacio.
--Hasta luego Eli. Suerte.
(Eli se va y cierra la puerta)
--No estás enojado Horacio,¿no?
--No mi amor. ¿Notás que lo estoy acaso?
--No, no lo noto. Horacio...¿por qué todo lo que
concierne a mí, lo tomás con tanta naturalidad,
con tanta aceptación...?
--¿No te dás cuenta por qué? Porque te amo.
--¿Tanto me amás?¡Qué divino sós!
--El amor que siento por vós, es así...
¿Me dejás pedirte algo?
--¿Qué Horacio?
--¿Te sacarías una media y un zapato?
--¡Qué extraño! ¿Para qué Horacio?
--Para responderte tenés que complacerme primero.
(Ella se descalza un pie.
Horacio se agacha, lo acaricia suavemente
y dice:)
--Para esto pedí te descalzaras...
(Besa con profundo amor el pie de su esposa)
Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto-06/08/2012)