Marco Mendieta Rubio

Crónica de una muerte anunciada

Siempre sonriente

Constantemente Alegre

Muchas de las veces

Coqueto al disimulo

 

La vida le guardaba

Muchas sorpresas

Gratificantes, Insospechadas

Y hasta dolientes

 

Padre tierno como él no tuvo

Con sus hijuelos siempre quiso ser

Si hubiera tenido pecho

De amamantar seguro daría

 

De pronto su tierna calma

Como tempestad en el cielo

Alumbro en su vida

Confusiones sin razones

Sin dormir lo dejaban

 

Prendido en el pecho

Lleva un dilema

Cáncer en su cuerpo

Más mala noticia

No podía haber

 

Sus ojos lagrimosos

Onda pena en el alma

 

 

No quiere sepultura

Ni llanto en su entierro

Más cenizas quiere

Que vuelen en el viento

Que recorran aguas

Del rio tomebamba  

Así suplicaba  y lloraba

 

Que ilusión  pasajera

De vivir añoso

 

Por dura y cruel condena

Con su carisma no acabo

Siguió en pie de lucha

Con su sonrisa afrenta

Y con su pasión enamora

 

Esperando que el triste día Llegue  

Pero no tiene afán ni tiene miedo

Porque está sentenciado

A una muerte indudable

El Calma la espera

Con la sonrisa y su don