Hoy estuve toda la mañana
esperando tu llamado.
No lo hiciste.
Te llamaba yo,
y permanentemente
me daba ocupado.
No podía ser que durante
más de dos horas me diese
ese tono...ocupado.
Entonces, decidí ir
a buscarte. Llamé y
nadie me atendió.
Fuí a casa de tus vecinos,
y me entero de tu accidente.
Corrí como un desesperado
hasta casa. Cometí el error
de no llevar el auto.
No encontraba taxi.
Sin darme cuenta siquiera,
llegué a casa caminando.
Mal no me vino
el ejercicio de caminar
esas veintidos cuadras.
Parece qur hoy es un día
de poca suerte, porque
no encuentro la llave del auto.
La busqué por todo lugar
donde suelo dejarla,
y no la encontraba.
La llave del auto suelta,
sola, tres llaves en un llavero
que no existen.
Me puse tan nervioso,
que revolví mi casa
en la búsqueda de
unas llaves que no recordaba
dónde las había dejado.
Trato de comunicarme
con el sanatorio
en el cual ellas se encuentran
internadas.
Ella, mi amante y su madre.
La vecina me comentó
que habían tenido un accidente
con su coche.
Ante mi desesperación,
llamo por teléfono
pidiendo un taxi: ocupado.
Llamo a otro, lo mismo.
Un tercero, igual.
Me desespero...
Bebo un vaso de agua,
me siento agitado.
Parece como si escuchase
el sonido de mi corazón...
Se me ocurre fijarme
en el bolsillo de una camisa,
por casualidad, y allí las encuentro.
Inmediatamente voy al
garage a retirar el coche.
Para colmo, tenía que
hacer una gran distancia.
Llego a la clínica.
Pregunto por ellas,
y me responden que
las dos están siendo
operadas. Fué un terrible
accidente, con graves lesiones.
Me preguntan si soy un familiar,
y respondo la verdad.
Me hicieron dirigir
a la sala de espera.
Pregunté si había algún pariente
o familiar esperando.
Me contestaron que no.
Estuve allí casi dos horas
esperando noticias.
Claro, no había nadie allí
porque no tenían a nadie.
Eran ellas solas. Nadie más
existe con vínculo familiar.
Solas en la vida.
Pero me tenían a mí.
No me explico lo del
teléfono ocupado.
Espero... salen dos médicos
de la sala de operaciones.
Me acerco y pregunto por ellas.
Me informan que la madre falleció.
Nada más pudieron hacer
para salvarla.
Y su hija, mi amor...
su operación resultó exitosa
y aún no había despertado.
Me sentí descomponer.
Me tomaron la presión,
y la tenía muy elevada.
Me dieron una pastilla.
Al rato me sentí mejor.
Me sugirieron que no viese
a la paciente pasadas dos horas.
Me dirigí a hacer los
trámites respectivos para
el velatorio.
Los realizo.
Después, me dirijo al coche
para volver a la clínica.
Me había quedado sin nafta.
¡Suerte perra!...
Estaba cerca de una
estación de servicio,
y con un bidón me cargan
nafta. Hoy no es mi día.
Me siento muy mareado.
Me encuentro con un amigo.
Me dice que no me encuentra
bien. Le cuento lo sucedido.
Lo lamenta. Quiere acompañarme, y acepto.
Se ofrece manejar él, y acepto.
Me sentía como en el aire.
Como un sonámbulo.
Llegamos a la clínica.
Rina aún no había despertado.
Estuve un momento conversando
con mi amigo.
Una enfermera se acerca a nosotros
y nos informa que la paciente
ya había despertado.
Me autorizó a entrar
un momento para verla.
Antes de hacerlo,
la enfermera me dice
que Rina está enterada
de la muerte de su madre.
Ante sus palabras, sentí
interiormente una especie
de alivio. Me tenía
muy preocupado el tener
que decírselo yo.
Pero ya está...
Entro a su habitación,
y me encuentro que
está sola.
Suponía, no sé por qué,
estaría otra paciente.
La enfermera me hace señas
de que no le hable.
Nos miramos. Ella tenía
lágrimas en sus ojos...
No pude superar mi aflicción...
(¿Por qué no pude ocultarlo?)
Me arrodillé ante ella,
y acompañé sus lágrimas
con mi llanto.
Todos los derechos reservados del autor( Hugo Emilio Ocanto-07/08/2012)