Me duele el silencio de este lugar.
Me duele el eco de estas paredes que gritan,
gritan nuestros recuerdos pintados en cada rincon.
Lo cierto es que quise detenerte,
lo cierto es que casi me arrepiento,
lo cierto es que cerraste la puerta y casi te detuve...
Casi,
ese doloroso porcentaje que se trasformó en la espada que partió mi alma
y me dejó de pie en la soledad.
Esa soledad que tanto quise y que ahora tanto duele.
Aún no te ibas y yo ya te extrañaba.
¡Es que amo tantas cosas de ti!
Pero no las suficientes. Tal vez.
El viento de esta noche es más frío porque te llevó.
Y puedo imaginarte caminando en la penumbra azulada de esta noche,
de esta pesadilla,
con una mochila llena de sueños rotos y cargando el peso del último adios.