Frente a tí
estoy ahora,
maravillada y
anonada por la
inmensidad de tu
transparencia, pureza,
nobleza, belleza, entereza
y riqueza.
Con tu esencial
brillo, iluminas
cada rincón de
mi alma, espíritu
y corazón, pues
tienes esa luz que
siempre alumbra
mi vida, a cada
instante de mi dolor,
melancolía, ira, frustación,
ira, soldedad y desesperación.
Contigo aprendí,
que las páginas
de nuestras vidas,
hay que escribirlas
como si se fueran
a escapar del papel,
formando parte en
la acción de cada
minuto, también
junto a tí pude aprender,
que la vida es como
un poema, el cual debe
escribirse con un profundo
sentimiento y emoción.
Para mí eres
un diamante,
un divino diamante
que forma parte de
la joyería de Dios,
y sabes por qué?, porque
vales mucho más que
una gran piedra preciosa,
porque tu forma de ser y
todo ese tesoro que llevas
en tu interior, no tiene ni
vale ningún precio, y eso
es muy importante y lo
debes cuidar con todas
tus fuerzas y vida.
Espero que a
través de los
años, ese diamante
de persona que hay
en tí, nunca desaparezca
ni tampoco se pierda en
el camino, ya que un
diamante como lo eres
tú, es mucho más difícil
de hallar.