De áureas mañanas soy constante
Divagando incierto en el néctar de los dioses
Hurgando huellas en las nubes de tabaco
Por si algo hubiera, de los pasos de mi amada.
En copa de oro guardo religioso
Lo dulce de sus besos y la luz de su mirada
No es magia escondida, son joyas bien habidas
Aunque a veces sea preso de tristezas y añoranzas.
Fue con ella que al parnaso me allegué
Cabalgando entre la lluvia y el misterio
A la nostalgia despojamos su pobreza
En la tierra de azahares perfumada.
Ahora ella no está, pero me llama
Con su voz de oro prendidas del nogal
y aquel aroma a nueces, que el viento mece
Por este devenir de reinos breves, peregrinos.
Inefable es el amor que cultivamos
Pero se hunde con el peso de los años,
En los humedales del tiempo y la nostalgia;
El mar arropará mi sino, yo cobijaré mi pena.
Delalma
03/08/2012 12:08 a.m.