En esta tarde sombría, galopa el eco de tu alma susurrando tu partida, pensamientos de fango y esponja me cristaliza.
Con un grito, quiebro el silencio de la desdicha, sacándose mi garganta, al repetir tu nombre... Lentamente mis ojos brillan, como buscando un modo de despedida.
Se destroza en mil pedazos, aquello que solo es tuyo, porque no podré remplazarte, no lo intento. Porque eternamente seras mía, siempre mía.