Sí. La herida poco a poco cicatriza,
ha salido la sangre envenenada;
que mi aliento por esa herida se me iría,
antes pensaba -locamente- pensaba,
pero en ése dolor hallé la fuerza
que tanto antes buscaba inútilmente
para escapar de la angustia en que inmersa
me encontraba, por amar tan ciegamente.
Ya lo ves: ya no soy aquella
que un día de su cuerpo la miel
te entregó; ya no soy la estrella
de tu cielo sin luz; ya mi piel
que sólo sabía de tu olor,
se le fue tu aroma al saber del dolor.
¡Y vienes conmigo a buscar amor!
en vano es que lances tu clamor al viento;
en vano es que pidas la miel que te di;
yo también, como tú, clamé tanto
hasta que el olvido se apiadó de mí.
Acalla la voz de tu amor desesperado,
algún día de ti se apiadará el olvido.
te lo digo yo, que sin ti creí no vivir y vivo,
te lo digo yo, que tanto te amé y ya te he olvidado.
NM de la Rosa
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