Una bruja me dio una poción
supuestamente para hacerme atractivo
y me ha salido un barrigón
y el pelo, se me ha desteñido.
Con ésta pócima potente
tendría mujeres a mis pies;
y lo que hizo fue tumbarme los dientes
y el hígado, me lo inflamó también.
Fumó tabaco y leyó cartas
y hasta me bañó con ron
y me enfermó de la garganta,
la laringe y el pulmón.
Un collar de rojas pepitas
me guindó un rato del cuello
y me machó la camisa
con los colorantes aquellos.
En aquel famoso brebaje
tenía expectativas tan altas,
pero mejor hubiese hecho el viaje
a que el Brujo Aniceto Peralta.
Salí un poco mareado
casi que ni ver podía,
con el bolsillo pelado
y la cartera vacía.
Ya me hice un serio juramento
de no usar más la brujería…
Mejor enamoro con mis versos
usando como poción mi poesía.
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