Sobre el final del muelle
me senté a jugar
con los pies descalzos
y las olas del mar,
con las mil gaviotas
frente a mi mirar,
el final del muelle
me sintió cantar.
La bruma traía
recuerdos de amores,
aflorando versos,
escondiendo soles,
refrescando el beso
de los caracoles
que en la arena tibia
pintaban colores.
Presa del silencio,
del suave arrullo,
el viento me dijo
que has sufrido mucho,
y yo en tus ecos
que aún escucho,
le conté al oleaje
que tú eras mi orgullo.
Le pedí al madero
de aquel muelle noble
que te dé la fuerza
de su piel de roble,
que con las mareas
tu fe no se doble
y que en cada orilla
la alegría sobre.
Pedí al horizonte
su gracia infinita,
que por ser inmenso
a volar invita,
que te alcance sueños
con sus nubecitas,
que siempre persigas
lo que el corazón te dicta.
Desde el final del muelle
me fui hecha poesía,
con los pies mojados,
sal y fantasías,
y con paso lento
hacia mi bahía
te llevó el oleaje
la sonrisa mía.