Así como quien infla un globo, Inflé un pequeño mundo con mi aliento
y lo sostuve en mi espalda como los viejos elefantes de la antigüedad.
Traje la luz para ti y lo llene todo del amor más puro y sin maldad,
aunque me traicionaste no guardo resentimiento.
La naturaleza femenina a veces se revela indomable
es egoísta a veces, caprichosa, disfrazada de lo amable,
aun en el mejor esfuerzo no quedara satisfecha su obsesión.
Comprendí: Dejémosle la creación y los milagros a Dios.
Miguel Eduarte