Cuídate de mí,
es preferible que vayas con cautela,
no vaya a ser que, en un descuido,
éste bandido,
te robe un beso y un suspiro,
y te borre las penas.
Cuídate de mi sombra,
es perenne,
anda susurrando en cada esquina,
que anda cuidando tu vida,
desde enero, hasta diciembre.
No voltees enseguida si te persigue mi aliento,
ponte a salvo,
si es posible, de forma inmediata,
pues pretende en sobresalto,
mover tus cabellos y subirte la falda.
Cuídate de lo que siento,
en lo que puedas ponte a salvo entre mis brazos,
no mires fijamente a mis ojos,
ni des la espalda al ocaso,
pues si te descuidas,
habré conquistado tus pasos.
Y cuídate también de ti,
y de todo lo que significas para mí,
porque vas a terminar dándote cuenta,
que no estás a salvo de mis versos,
ni de lo que significa todo eso…
Ricardo Felipe
Un soñador sin mucha estirpe