Apagado en un presente infinito,
sin suerte y sin vida, acorralado,
como una luz frágil en el camino,
como una estela acotada sin fin,
lucho ferozmente contra las flores
con las entrañas rotas del fracaso
y observo triste a la vida y a la luna
desde el balcón teñido del dolor.
Me pondré a ciegas a hablar en silencio,
a combatir a gritos que estoy aquí
cerrando los sentidos nuestro juicio.
Y disfrutaré oscuros los secretos
y nadaré en los mares del horror
marchitados los senos decadentes.